Drogadicción en Centros Penitenciarios

viernes, 17 de junio de 2011

Esta entrada está muy relacionada con la anterior temática de exposiciones sobre la intervención con presos, pero esta vez enfocada desde las drogas.


La dinámica de la exposición me ha encantado. Ha sido una suerte el poder contar con la directora de la Comunidad Terapéutica, el Educador Social y tres usuarios del centro. Estas intervenciones han facilitado un mayor aprendizaje personal sobre la temática.


Las compañeras comenzaron a través de un “programa de radio” a explicar la parte teórica de la exposición. Como se ha comentado en la anterior entrada, la droga supone un gran problema e intervención en el entorno carcelario. La droga, crea una subcultura carcelaria, en la que esta se convierte en un recurso que genera poder entre los reclusos.


Muchos han entrado en la cárcel debido a problemas de delincuencia o agresividad debido a la búsqueda compulsiva de sustancias. El 50% de la población reclusa son drogodependientes. La droga en la cárcel se convierte en un mecanismo de defensa y evasión, y es introducida por familiares y amigos, e incluso por lanzamiento de paquetes desde el exterior. Esto genera todo un tráfico ilegal interno, y genera un sistema de poder entre los reclusos. Aumenta las situaciones delictivas, las infracciones disciplinarias, y no olvidemos, la consecuencia más grave, que es la muerte.


El perfil que presentan los presos generalmente son: varones, de unos 30 a 40 años, con nivel socioeconómico medio-bajo, dificultad en el cumplimiento de objetivos, deterioro humano, físico y psíquico, nivel de estudios bajo, actividad laboral precaria y escasa cualificación, baja autoestima, falta de autonomía, enfermedades y clima familiar deteriorado.


En estas personas han intervenido ciertos factores de riesgo en sus vidas que le ha dificultado su desarrollo personal y han influido en sus conductas que le han llevado a estar donde se encuentran ahora.


- Factores de riesgo laborales: suelen tener baja formación y dificultad de búsqueda de trabajo debido al estigma social derivado de sus adicciones o su paso por la cárcel.

- Personales: pueden desarrollar trastornos de conducta, violencia, adicciones, delincuencia o suicidio.

- Familiares: debido a que su situación daña sus relaciones, provoca desintegración familiar, distanciamiento, abandono y carencias afectivas.

- Salud: debido a trastornos mentales y enfermedades infecciosas.


Posteriormente, se habló de la Comunidad Terapéutica. Ésta se encontraba hasta hace poco tiempo dentro de F.A.D.A.I.S., un centro de atención a las drogodependencias y adicciones, situado en Almonte. En este centro se atiende a personas de cualquier sexo y edad, accediendo desde la calle por voluntad propia o por orden judicial, o derivados de los centros penitenciarios. Esto es posible debido a la buena relación que mantienen con el centro penitenciario “La Ribera” (Huelva). Esta cárcel cuenta con una UTE (Unidad Terapéutica y Educativa), donde se ofrece otro tipo de tratamiento a los reclusos, y desde la que se derivan a algunos usuarios a F.A.D.A.I.S. El objetivo que persiguen es la incorporación en la sociedad y la mejora de la calidad de vida de los usuarios,basándose en principios como la calidad de vida, igualdad, eficacia, trabajo en equipo, innovación, respeto, etc. Presta servicios en drogodependencias y adicciones, así como en el ámbito sociolaboral, con la finalidad de satisfacer las demandas y expectativas de las personas que atiende en el ámbito de la comunidad terapéutica. Entre el equipo profesional, cuentan con psicólogos, trabajadora social, educadores sociales administrativa, cocinero, enfermeras, monitores, personal de limpieza y un conductor, que atienden a un total de 46 usuarios del centro.


La estancia aproximada en la Comunidad Terapéutica es de 6 meses aproximadamente. Resulta muy positiva esta estancia, ya que supone el primer contacto que tienen los presos con la sociedad. Según la directora “la comunidad es un laboratorio donde a los drogodependientes se le dan herramientas para que ellos ensayen para cuando salgan a la vida real, a la calle”.


En esta comunidad se trabajan desde distintas áreas:

- Áreas médicas y sociales, en las que se los educadores sociales y la trabajadora social tratan las consecuencias sociales de la droga y se les enseña a vivir sin drogas, llenando el vacío que deja la desintoxicación, laborales y ocupacionales.

- Área laboral y ocupacional, en la que se trata el desequilibrio que tienen en el horario y se realizan actividades ocupacionales.

- Área psicológica, desde la que se llevan a cabo terapias de grupo.


El Educador Social también intervino durante la exposición explicando sus funciones y vivencias en la comunidad. Sus funciones dependen del turno que tenga, pues por las mañanas realiza tareas más burocráticas haciendo informes y por la tarde más lúdicas y dinámicas, realizando actividades de educación de adultos, cortos, exposiciones, educación en valores, talleres de fontanería, etc. Aunque nos dijo que su principal función es la de prepara a la persona mediante habilidades sociales y demás, para no hacerles dependientes de la droga. Dijo que los usuarios suelen implicarse mucho. Los educadores son la columna vertebral del centro, estando su despacho ubicado estratégicamente en el centro de la comunidad. Son los que derivan los casos, y conectan las actividades y tratamientos. Escuchan a los usuarios, y manejan los hilos de la comunidad. Según nos comentó el educador social, se necesita contar con una importante capacidad de adaptación y flexibilidad ya que de una semana a la siguiente entra y sale usuarios y los grupos cambian, por lo que hay que ser flexible en el diseño de actividades y en el proceso de evaluación.


Las intervenciones de los usuarios de la comunidad también fueron enriquecedoras y de gran ayuda para una mayor comprensión de la temática. Las vivencias de cada uno me dejaron sorprendida e impresionada por las experiencias que había tenido cada persona tanto fuera como dentro de la cárcel, lo que le había llevado al centro, el día a día dentro de éste, el trato que le habían dado, la relación con la familia, etc. Verdaderamente es asombrosa la capacidad y fuerza de voluntad que han demostrado para salir adelante y tener la oportunidad de tener un futuro mejor. Uno de ellos decía “me han devuelto las ganas de vivir”.


Personalmente les he visto con mucha fuerza y afán de superación para continuar con su vida ante el recorrido tan difícil que han tenido y ante las dificultades que se les presentan cuando salgan a la calle, ya que por desgracia este colectivo al igual que muchos otros, presenta una serie de prejuicios y estereotipos que obstaculizan una verdadera integración social y normalización de la persona.


La directora nos transmitió la importancia de los educadores en este tipo de centros y con este tipo de personas, reconociendo que antes de drogodependientes son personas, y que hay que tratar con las personas, para que dejen de ser drogodependientes. Debemos darnos cuenta de que existe otro modelo de presos que estudian y quieren ingresar en este tipo de centros para rehabilitarse y poder reinsertarse en la sociedad.


Otra de las cosas que me sorprendió fue el agradecimiento que le hacían en todo momento al educador social, estaban muy contentos y satisfechos de la labor de éste y del trato que tenía con ellos. Me gustaría que en mi futuro profesional pudiese aportar y contribuir tanto al bienestar de unas personas y que lleguen a sentir ese mismo sentimiento de alegría y agradecimiento por el trabajo de un educador social. Desde luego este profesional demostró que lleva la educación social como vocación, posee cualidades y valores para poder trabajar con personas, esa creatividad, sensibilidad e intuición para analizar las necesidades de cada persona del grupo y satisfacerlas desde lo socioeducativo.

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