¿POR QUÉ ES NECESARIO TRABAJAR EL AMOR EN LA ADOLESCENCIA?

miércoles, 11 de mayo de 2011

Con esta entrada pretendo analizar la importancia del amor para no tener que encontrarnos con más casos de violencia de género como los que existen en la actualidad. Como hemos visto en distintas exposiciones de clase sobre la mujer, la adolescente y el adolescente deben saber cómo hay que actuar para no llegar a esta situación.


A pesar de todo lo trabajado en cuestiones de igualdad, hay determinados temas que no han sido analizados en profundidad y que son causa de relaciones de dominación entre los géneros. La realidad sobre violencia de género nos vuelve a mostrar situa-


ciones urgentes de ser abordadas. Las estadísticas sobre asesinatos y denuncias están mostrando una clara disminución de la edad, por lo que cada vez son más chicas jóvenes las que se ven envueltas en formas de violencia que no saben cómo comenzaron y que les cuesta romper. Esta situación nos sitúa en el campo de la prevención, en el ámbito de la coeducación como línea de intervención para erradicar o al menos disminuir aquellas formas de violencia machista que estén a su alcance.


Hemos de tener presente, que la violencia de género en la adolescencia puede ser diferente que en la edad adulta, adquiere dimensiones acordes a la socialización recibida, al momento concreto de vida, a las representaciones sociales que se van fraguando, a lastransformaciones sociales… así las medidas que se tomen para su tratamiento han de contar con las posibles diferencias que las generan y sostienen.


Otra cuestión que no debemos olvidar es que la violencia de género puede aparecer en todas las clases sociales, los lugares de procedencia, las identidades sexuales… es decir, presentarse de múltiples maneras y en diversos escenarios.


Por todo esto, un campo imprescindible de análisis para determinar las relaciones de dominación y la violencia desprendida de ellas, especialmente en esta franja de edad, es el imaginario social en torno al concepto de «amor romántico». Este ámbito ha fomentado y fomenta, en gran medida, los roles diferenciados que mujeres y hombres han ido ejerciendo a lo largo de generaciones dentro de sus relaciones afectivas y/o sexuales.


El concepto de «amor romántico» no es algo ajeno a la socialización de género, sino más bien, impulsado y sostenido por ella. La construcción social de este tipo de amor se ha venido fraguando desde lo patriarcal, desde las esferas de poder, siendo sus bases: las desigualdades de género, la discriminación hacia las mujeres, la sumisión de éstas, la heterosexualidad como única forma de relación afectivo-sexual… entre muchas otras cosas.


Al igual que con el resto de fenómenos, el «amor de pareja» está determinado por la época en que se desarrolla, por eso no dudamos en los cambios acontecidos en las relaciones afectivas durante las últimas décadas, sin embargo y pese a estos cambios, las estructuras dominantes continúan estando detrás de los cánones impuestos, permeando sobre los distintos agentes de socialización que nos acompañan.


Los medios de comunicación, nos muestran cada vez más casos de mujeres que están viviendo situaciones de riesgo, sin embargo, las programaciones expuestas dan muestra de las relaciones existentes sin hacer crítica sobre ello. Si observamos los medios de comunicación podemos comprobar la existencia de numerosas series, programas, publicidad… que sostienen estas formas de pareja basadas en las relaciones de poder del género masculino sobre el femenino, «excusándose» en el amor como hilo conductor de tales comportamientos.


Las familias, por su parte, como primer agente de socialización influyen a través de la educación en lo que significa ser niñas y niños: los colores en la ropa desde el nacimiento, los juguetes y los juegos regalados a niñas y niños, las expectativas familiares en cuanto a estudios, vida adulta… También en la elección de cuentos donde «la princesa» y «el príncipe» siguen estando presentes como modelos existentes en lo cotidiano. Así, muchas chicas actualmente buscan el «príncipe azul» en los chicos con los que están manteniendo relaciones afectivo-sexuales. Este «príncipe azul» al ser un arquetipo patriarcal cambia con los tiempos, ahora tiene un perfil diferente, más enclavado dentro de los «modelos de masculinidad» que nos muestran, entre otros, los medios de comunicación.


Como hemos expuesto, el concepto de amor que se nos ofrece socialmente, viene impregnado, como casi todo lo demás, por una ideología patriarcal, que lleva implícita la dominación de un sexo, el masculino, sobre otro, el femenino, pero que sin ninguna duda afecta a ambos aunque no de la misma manera. Esta construcción patriarcal es difícil de cambiar, ya que está muy insertada a nivel social, político, cultural…, pero su principal obstáculo al cambio, es la falta de herramientas para una nueva construcción del concepto de amor. Por ello, la búsqueda de nuevas formas de amar se nos presenta como un instrumento de trans-

formación en las relaciones de género, como un reto desde lo social.


En los últimos años han tenido lugar algunas investigaciones en este sentido, estudios que afirman la existencia de una relación entre amor y violencia hacia las mujeres, demostrando la clara repercusión que un erróneo concepto de amor, puede tener en las relaciones de pareja.


Por todo esto, llegamos a la conclusión de que un análisis de la construcción del amor a nivel social, nos puede ser imprescindible para determinar otras cuestiones como, las relaciones afectivas, la sexualidad y la violencia de género.


¿QUÉ HEMOS DE CONOCER ANTES DE INTERVENIR?

Al trabajar con adolescentes, lo más idóneo en este caso es contar con sus experiencias y trabajar desde sus intereses y vivencias, más que mostrarles caminos que desde el punto de vista más adulto, son los «válidos». Si trabajamos desde este enfoque podremos conseguir resultados más a largo plazo, pero más sostenibles en el tiempo.


La coeducación, que estaría en la base de estas sesiones, ha de abordarse desde un enfoque interdisciplinar y transversal, por esta razón hemos de encontrar intereses comunes entre el profesorado y las familias que permitan establecer nexos a favor de la igualdad de chicos y chicas. Por esta razón, sería conveniente la concreción de algunas reuniones en conjunto, que nos permitieran elaborar las sesiones contando con el punto de vista de las familias.


Centrar las intervenciones en el ámbito del «amor romántico» o las relaciones de pareja debe configurar un proceso abierto, sujeto a modificaciones imprevistas según vayamos trabajando. No podemos llevar las actividades cerradas sino que debemos tener presente el objetivo que queremos conseguir en su puesta en práctica, para así no perdernos en su transcurso. También hemos de tener en cuenta que es un tema que a estas edades les interesa bastante, que creen saberlo todo y que en algunas ocasiones puede costarnos encauzar las sesiones debido a la dispersión. El trabajo con grupos distintos, produce situaciones distintas, por este motivo se hace necesario llevar un objetivo claro y estar abiertos a las múltiples posibilidades que el alumnado nos brinda.


Por estas razones, la metodología ha de ser activa y participativa, basada en la construcción de reflexiones conjuntas que permitan la expresión del grupo en general y no de las personas que lo lideran, aunque esto de por sí ya sería un objetivo que debiera articular todas las intervenciones con el alumnado. Por último, se hace imprescindible temporalizar las sesiones para tener un espacio final de conclusión, de expresión de interrogantes, de vivencias… No valdría tanto abordar cualquier temática sin llegar a expresar qué cambios se han podido producir tras ella.


En las intervenciones con alumnos adolescentes, como Educadoras Sociales nos podemos servir de una serie de fases como aproximación metodológica, pudiendo incorporar o adaptar a ella otras pautas que nos permitan caminar hacia los fines que pretendemos.


Antes de intervenir…

• Plantear a nivel de Claustro la importancia de abordar estas temáticas.

• Organizar las intervenciones dentro de un marco holístico, es decir, no realizar actividades puntuales sino orientarlas hacia un enfoque más sostenible en el tiempo y sobre todo, en el Centro.

• Contar con un grupo de profesorado interesado en esta formación: responsable de Coeducación, Equipo de Orientación… entre otros profesionales.

• Diagnosticar la situación de los Centros. Sería importante antes de comenzar hacer un balance de cómo vemos al alumnado en sus concepciones sobre el amor y la relación de pareja: qué percepciones tenemos, qué experiencias hemos desarrollado, qué buenas prácticas existen…

• Diseñar el proceso formativo para los diferentes niveles educativos, esto podría realizarse desde los Departamentos de Orientación.

• Contar con el apoyo de las familias para conseguir unos resultados más integrales, sostenidos en el tiempo y transversales, por ejemplo con reuniones iniciales que permiten abordar la importancia de esta intervención.

• Acudir y colaborar con agentes externos a los Centros: Centros Provinciales del IAM, CMIMs, PIM, Centros de Salud…


Durante la intervención…

• Dar protagonismo al alumnado desde el principio.

• Concebir al alumnado desde la diversidad, intentando respetar las pautas de intervención y los ritmos.

• Tener presente el objetivo que queremos alcanzar en cada intervención.

• Dejar un espacio de reflexiones o conclusiones finales.


Tras la intervención…

• Realizar reuniones con el grupo de trabajo para expresar las impresiones, las buenas prácticas y/o las dificultades que se nos han podido presentar.

• No dejarnos influir por las primeras sesiones, éste es un proceso metodológico cuyos resultados se hacen visibles a medio-largo plazo. Tampoco debemos plantearnos llegar de igual manera a todo el alumnado, ya que como hemos mencionado existen muchas diferencias a nivel individual.

• Reuniones finales con las madres y padres y con el Claustro, para el seguimiento o para presentar el resultado de la intervención.


¿CÓMO DARNOS CUENTA Y QUÉ HACER COMO EDUCADORES SOCIALES?

Los Centros Escolares pueden ser espacios de conflicto donde tienen lugar situaciones violentas para las chicas y chicos jóvenes. Muchas veces es en los Centros Educativos donde comienzan las primeras relaciones de pareja, donde se fraguan los primeros enamoramientos, y donde tienen lugar actitudes y comportamientos que son predictores de violencia hacia las chicas. El profesorado, por su parte, cada día es más consciente de estas situaciones. Por ello, es necesario ofrecerles información y recursos, tanto para prevenirla, detectarla y poder actuar en estos casos.


¿Cuáles son los posibles «predictores» que podemos observar en los Centros Escolares en relación a la violencia de género?

Un predictor para tomar conciencia sobre situaciones de violencia hacia las alumnas es la disminución del rendimiento académico. Si vemos que una alumna que antes era buena estudiante ha cambiado su actitud debemos verlo desde más perspectivas que la meramente académica. En muchas ocasiones, chicas con parejas posesivas van cambiando sus dedicaciones en beneficio de los chicos con los que están, esto hace que dediquen menos tiempo a sus responsabilidades académicas.


En estos casos debemos iniciar un protocolo de actuación dentro de los Centros para tomar directrices concretas que nos permitan conocer la situación real que ha llevado a esta chica a una menor concentración en los estudios.


Otro de los predictores que podemos observar en los Centros Educativos es el aislamiento de una chica, en clase, en grupos de trabajo, en los recreos, en las entradas y salidas de los Centros… Estos representan algunos espacios en los que se desarrollan situaciones discriminatorias hacia las jóvenes. El aislamiento o control también se encuentra en la negativa de asistir al viaje de fin de curso, ir a algunas excursiones… entre otras, son sin duda, argumentos para la preocupación, que habría que analizar a nivel de Centro, no dejándolos pasar sin explicación.


Junto a estos predictores también podemos encontrar posibles cambios de actitud de una alumna en clase, tanto con el profesorado como con el resto de compañeros, algunas ausencias injustificadas al Centro o a algunas clases, incluso llegando al abandono escolar, determinadas conductas disruptivas.


Espero que esta entrada nos ayude a seguir formándonos en el tema de la violencia de género, en este caso, con respecto a los adolescentes y nos de información y recursos para intervenir ante ello.

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